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Huracán Iota arrasa Nicaragua, Honduras e islas colombianas dejando destrucción a su paso

El huracán Iota, la tormenta más fuerte jamás registrada en la cuenca del Atlántico tan tarde en un año, tocó tierra en Centroamérica el lunes por la noche como una tormenta de categoría 4, provocando una enorme devastación en la ciudad indígena de Puerto Cabezas y otros pueblos circundantes en el noreste de Nicaragua. También arrasó un pequeño archipiélago colombiano en el camino, casi borrándolo del mapa.

Según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, las lluvias torrenciales y las fuertes ráfagas de viento peligrosas continuarán azotando la región hasta finales de esta semana, lo que aumentará el riesgo de deslizamientos de tierra, marejadas ciclónicas e inundaciones.

Siguiendo una trayectoria casi idéntica a la del huracán Eta, Iota tocó tierra a unas 15 millas del lugar por donde entró el otro ciclón el 3 de noviembre.

Eta afectó a más de 2.5 millones de personas desde Panamá hasta Belice, la mayoría en Honduras, según la Cruz Roja. Hasta el lunes, el gobierno hondureño había informado que Eta impactó a más de 3 millones de personas y dejó al menos 77 fallecidos. Mientras tanto, las autoridades nicaragüenses dijeron que más de mil fueron afectados y al menos dos personas murieron.

En cuanto a Iota, debido a que los residentes aún se están recuperando de la tormenta y los funcionarios aún están viendo cómo ayudan, el número de víctimas no estaba claro hasta el martes por la tarde en Centroamérica. Colombia confirmó que al menos un fallecimiento.

El presidente Donald Trump no ha emitido una declaración pública sobre la creciente crisis humanitaria, pero el presidente electo Joe Biden intervino el martes.

“Mantengo en mis oraciones a todos nuestros amigos y vecinos en el camino del huracán Iota y a los afectados por el huracán Eta en América Central”, escribió Biden en un tuit.

Una madre sigue buscando a su hijo en Nicaragua

Puerto Cabezas despertó el martes con planchas de zinc de techos desprendidas, carreteras y casas inundadas , y postes de electricidad y palmeras en el suelo. La ciudad portuaria de más de 60,000 habitantes, en el borde de la costa atlántica, es la capital de la Región Autónoma de la Costa del Caribe Norte (RACCN). El servicio eléctrico quedó interrumpido desde el llunes por la tarde y la señal del teléfono celular ha sido inexistente o errática después de Iota. Sin embargo, ya están circulando informes de destrucción.

El lunes por la noche, dos residentes de Puerto Cabezas dijeron al Herald que la tormenta había destruido los refugios de la ciudad y que la gente sobrevivía expuesta a los elementos. Un hospital temporal, instalado en una escuela local después del devastador huracán Eta, también fue evacuado cuando la tormenta del lunes arrancó el techo.

Las comunidades indígenas de las áreas circundantes y hasta de Cabo Gracias a Dios, en la frontera entre Honduras y Nicaragua, y junto al río Coco, habían evacuado a Puerto Cabezas y otros lugares de la RACCN.

“Aquí no existe ningún albergue seguro porque el gobierno nunca se ha preocupado por crear o construir un albergue contra huracanes”, dijo Jairo Henríquez, vecino de Puerto Cabezas. “Aquí estamos abandonados completamente”.

Henríquez, quien ayudó a las personas a evacuar antes de Eta e Iota, dijo que muchas personas se resistieron a trasladarse a los refugios del gobierno. En un video en vivo que compartió el lunes por la mañana en Facebook, Henríquez capturó el cielo gris y el agua turbia en la costa en el barrio Sandy Bay Sirpy de Puerto Cabezas. Junto al mar había palmeras arrancadas de raíz y pequeñas chozas a pocos metros de la arena.

“El antes [Iota], después del Eta,” Henríquez dijo mientras grababa la playa. “Después vamos a grabar, después del Iota, si es que estamos vivos.”

Para cuando cayó la noche, Henríquez no tenía visibilidad y su hogar se convirtió en una isla en medio de la devastación. En un video tomado cerca de las 10 p.m. y que grabó desde el balcón de su residencia, las ráfagas de lluvia se desplazaban horizontalmente y golpeaban la cámara. En un video enviado 30 minutos después, el techo de zinc de Henríquez se desprendió ante los furiosos vientos.

El martes por la mañana, Nancy Elizabeth Henríquez, la madre de Henríquez, dijo que el huracán había derribado el techo de su casa.

Antes de que llegara Iota, la matriarca Henríquez, una líder indígena miskita, decidió con otros líderes de la comunidad que irían a Managua a traer recursos y socorro después de Iota. El lunes a primera hora de la tarde, condujo a través de la intensa lluvia, los escombros y los árboles caídos que bloqueaban las carreteras. Dijo que no sabía cómo había podido llegar, pero pasó la noche con una amiga en la capital nicaragüense. Estimó que alrededor de 60 personas se refugiaron en su casa de hormigón durante Iota. Cuando la casa se inundó, pudo escuchar sus gritos y llantos mientras hablaba con su hijo. No ha sabido nada de Jairo desde la 1 a.m. del martes.

“Me dijo mama, Bilwi se está quedando destruido… está más fuerte que nunca el huracán. Nunca en mi vida había visto este tipo de huracán,” dijo. ”Y de ahí ya no nos comunicamos.”

Henríquez está desesperada por su familia y por Puerto Cabezas, pero tiene fe en que su hijo está a salvo y ayuda a su comunidad. Mientras tanto, permanecerá en Managua durante la próxima semana o hasta que pueda llevar ayuda a su ciudad natal.

“Sabíamos que íbamos a quedar incomunicados. Y si todos quedábamos ahí”, dijo,“ ¿quién va a buscar apoyo para nuestra gente?“