Es una de las figuras más misteriosas y más poderosas de Rusia. Y, también, una de las más cercanas a Vladimir Putin.
Desde su oficina en el sureste de Moscú, Serguéi Naryshkin dirige una de las redes de espías más importantes del mundo: el Servicio de Inteligencia Extranjera (SVP, por sus siglas en ruso), sucesor de la antigua KGB.
Nadie sabe a ciencia cierta su alcance, pero se cree que tiene ramificaciones por todos los continentes.
La llegada de Naryshkin al máximo puesto del espionaje ruso, que tuvo lugar en 2016, fue un paso más en su ascendente carrera política y una muestra, tal vez, de la confianza que le tiene Putin.
Antes ya había ocupado puestos clave en el poder de Rusia, entre ellos, el de presidente de la Duma Estatal (Parlamento) y fue también de las figuras clave del gobierno de Dmitri Medvédev.
Durante gran parte de la conversación, Naryshkin cuestionó el papel del gran rival de Rusia en la política internacional: EE.UU.
En su criterio, la Casa Blanca ha tratado de imponer su hegemonía nivel global y cree que esto puede tener consecuencias lamentables.
«Creo que algunos políticos de Occidente tienen expectativas falsas. Creen que el mundo puede gobernarse desde un solo centro: Washington», afirmó.