La reciente decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles cada vez más elevados a las importaciones ha generado una ola de preocupación en el ámbito económico internacional. De acuerdo con expertos en comercio y economía de Europa, esta estrategia está destinada al fracaso y puede traer serias consecuencias para la economía mundial.
Especialistas como Lisandra Flach, del Instituto de Información e Investigación Económica (IFO) en Múnich, señalan que el aumento de aranceles marca un punto de quiebre en la política comercial estadounidense. A su juicio, se trata de un golpe directo al sistema económico internacional basado en reglas, construido a lo largo de casi 80 años. El reciente incremento de aranceles del 104 % contra productos chinos, en respuesta a las medidas recíprocas de Pekín, es un reflejo claro de esta ruptura.
Desde la perspectiva de Simon Evenett, del Centro para la Investigación de Políticas Económicas, y Johannes Fritz, de Global Trade Alert, Estados Unidos está abandonando el modelo de economía abierta que lo ha caracterizado desde hace décadas. Si esta tendencia continúa, podría representar el mayor cambio unilateral en la política comercial del país desde la década de 1930, cuando se promulgó la Ley Arancelaria Smoot-Hawley.
El impacto podría ser duradero. Según un análisis del Centro de Estudios Prospectivos y de Información Internacional, una guerra comercial global con aranceles promedio del 10 % para todos los países y del 60 % para China, provocaría una reducción del 3.4 % en el comercio mundial y una caída del 0.5 % en el PIB global hacia 2030.
Estados Unidos no quedaría exento de los efectos negativos. Las previsiones indican una disminución del 1.3 % en su PIB, una caída del 22.9 % en exportaciones y del 17.5 % en importaciones. China, por su parte, vería reducidas sus exportaciones en casi un 9 %, y su PIB bajaría también un 1.3 %. Además, los salarios en el país asiático podrían verse afectados.
El economista Fabio Sabatini, de la Universidad Sapienza en Roma, subraya que los aranceles no afectan directamente a los países extranjeros, sino a los consumidores y empresas del país que los impone. En este caso, serán los ciudadanos estadounidenses quienes pagarán el precio, con un incremento en el costo de vida y la pérdida de competitividad de largo plazo.
Los expertos también advierten sobre las consecuencias indirectas en economías dependientes del comercio con Estados Unidos. Según el National Institute of Economic and Social Research del Reino Unido, países como Camboya, Vietnam y Sri Lanka se verán gravemente afectados debido a su alta exposición al mercado estadounidense. La Unión Europea tampoco saldría ilesa, y se estima que países como Alemania, Italia e Irlanda sufrirán impactos negativos en sus exportaciones y crecimiento económico.
Finalmente, el impacto no se limita a cifras económicas. Según investigadores del Overseas Development Institute, esta política comercial, sumada al retiro de apoyos al desarrollo, representa un golpe serio para los países menos favorecidos y sus poblaciones más vulnerables.
A pesar de la caída en los mercados financieros, Trump ha mantenido su postura firme. Para Clemens Fuest, presidente del IFO, esta estrategia podría incluso reducir la productividad de Estados Unidos. Según sus declaraciones, atraer inversiones y reducir el déficit comercial requerirá cambios estructurales internos, como un aumento del ahorro y un ajuste en el consumo nacional.
El escenario que plantean los especialistas es claro: la estrategia arancelaria de Estados Unidos podría desencadenar una transformación profunda del comercio internacional, y su efecto se sentirá por años en distintas regiones del mundo.