A solo días días de la coronación de Carlos III y Camila, las banderas británicas ya revisten las calles y comercios de Londres, los retratos del nuevo monarca dominan los escaparates y los más devotos ya han plantado sus tiendas de campaña en The Mall, la avenida por la que pasará el rey y la reina.
La coronación será, sin lugar a dudas, uno de los más grandes eventos del momento, así como una de las «operaciones de seguridad más importantes» que haya conocido el Reino Unido.
Más de 2.000 personas, entre jefes de Estado, reyes y miembros de diversas monarquías, políticos y representantes de la sociedad civil asistirán este sábado a la ceremonia en la Abadía de Westminster, en el centro de Londres.
Una carroza acompañada por miles de militares en uniforme de gala será el gran inicio de la primera coronación de un monarca británico en 70 años.
Ahora flanqueado por banderas Union Jack y de países de la Commonwealth, el emblemático paseo de pavimento rosado es una de las posiciones más codiciadas para aquellos que quieran admirar a los reyes, puesto que por allí iniciarán su trayecto hacia la Abadía de Westminster (ida y vuelta), obligando a las masas a agolparse en dos escuetos kilómetros en lugar de los ocho de Isabel II en 1953.
La gran operación de seguridad
Pese a que el rey quiso organizar un evento de menor magnitud que la coronación de su madre en 1953 o los funerales de esta en septiembre, el acto requerirá un imponente operativo de seguridad.
Bautizado «operación orbe de oro», el dispositivo para proteger la ruta de entrada y salida de la abadía incluirá francotiradores en los tejados y agentes de civil, detectores de metal, perros rastreadores y una zona de exclusión aérea sobre el centro de la ciudad.
La policía también utilizará tecnología de reconocimiento facial en las calles. «La lista de vigilancia se centrará en aquellas personas cuya presencia (…) suscitaría preocupación, incluidas las personas buscadas por delitos o sobre las que pesa una orden de detención pendiente», informó Scotland Yard en un comunicado.
«Tendremos la mayor movilización de agentes en un solo díaque se haya visto en décadas, con algo más de 11.500 agentes de servicio», afirmó el subcomisario adjunto Ade Adelekan.
Los fanáticos ya aseguran su lugar
Entre los fanáticos de la realeza que ya han marcado su puesto está Grace Gothard, quien quiso ser testigo del ensayo del desfile de la coronación en plena madrugada del miércoles, liderado por Carlos III y el príncipe Guillermo junto con las tropas y otros miembros de la Familia Real británica.
“Decidimos dormir una siesta en el césped, ¡qué frío!”, exclamó Gothard ante el micrófono de EFE, mientras describía la espera en plena noche en el parque de St James. “Más tarde tuvimos el ensayo, así que nos levantamos y los vimos. Fue muy bonito. El carruaje es precioso”, apuntó, delante de unos retratos de Carlos y Camila de tamaño real.
Al lado, Lucy Edwards acaba de instalar su tienda para dar “todo el apoyo” a Carlos III, convencida de que “lo hará lo mejor que pueda”, a pesar de tener “mucho peso sobre sus hombros para estar a la altura de su madre”.
Edwards, cuidadora de ancianos en Bristol, no se ha perdido ningún evento real desde la boda del príncipe Guillermo y Catalina, y ha aprovechado que ya ha terminado sus turnos nocturnos en el trabajo para acampar hasta finales de la semana.
“Vi a gente que ya venía en The Mall para prepararse, así que quiero estar aquí para empaparme del ambiente», confiesa.
«No puedo quedarme sentada en casa sabiendo que podría estar aquí”, agrega, contenta de estar con sus amigas, con las que ya acampó durante el Jubileo de Platino de Isabel II el pasado junio.
Equipadas con toallitas, comida, sacos de dormir y unos baños públicos a pocos metros donde asearse, Edwards pronostica una estancia “no tan básica como acampar en la montaña” aunque “tampoco tan agradable como un hotel”.
Son muchos los turistas que se paran para preguntarles por qué dedican su tiempo libre a dormir en medio del ajetreo de las vallas de seguridad, algo que Edwards no duda en achacar a la falta de referencias culturales.
“En el resto del mundo puede que no tengan eventos como este y, obviamente, no entiendan la enormidad de esto –arguye–. Creo que hasta que no se vea el evento del sábado, no se puede imaginar lo grandioso que será”.
Las paredes se visten de la realeza
La recta final de los preparativos va más allá del epicentro de la Abadía de Westminster, donde se celebrará la coronación ante 2.200 invitados –6.000 menos que en la de Isabel II–.
Ya no queda rincón en la capital donde no se haga referencia a la cita, ya sea porque en el menú se promociona la quiche especial de coronación (de espinacas, habas y estragón) o porque en el supermercado hay unas galletas de mantequilla para la ocasión.
Delante del popular centro comercial John Lewis, los viajeros que esperan al autobús no tienen más remedio que hacerlo bajo una marquesina con corona gigante, mientras los escaparates lucen retratos y vajillas dedicados al nuevo monarca.
El ambiente festivo se extiende hasta las afueras de la capital, como en el distrito de Hounslow (oeste), donde el joven artista indio Yash Patel, subido a una grúa, pinta un gran retrato del rey en una pared.
“La razón por la que celebramos y hacemos este mural es que el rey es el jefe de la Commonwealth, aquí todos somos de un país, de la Commonwealth”, señala a EFE Jignesh Patel, coautor del mural y también de la India.
A los pies de la grúa, otros vecinos armados con pinceles dan color a las 54 banderas que, desde la parte inferior del mural, reflejan uno de los retos que afronta Carlos III en su nuevo reinado: el de mantener unida la Mancomunidad de Naciones y, a su vez, combatir el legado de esclavitud y colonialismo sobre el que se sustenta.
También recuerda el evento un mercado de Covent Garden engalanado, un rey Carlos III hecho con 73.412 piezas de Lego en la emblemática tienda de juguetes Hamleys o fachadas como la del Hotel Dorchester, al lado de Hyde Park, que ha recreado la decoración original que diseñó hace 70 años Oliver Messel para la coronación de Isabel II.
Costos y protestas
La casa real británica negó informaciones según las cuales el operativo costaría unos 100 millones de libras (125 millones de dólares), que habían suscitado críticas en un momento en que muchos británicos luchan contra el disparado coste de la vida.
«He visto varias estimaciones, algunas más extravagantes que otras», declaró a la prensa un portavoz del palacio.
«Una ocasión nacional como ésta, un gran evento de Estado, atrae un enorme interés mundial que compensa con creces el gasto que conlleva», agregó.
Además de posibles ataques, la policía vigilará a los manifestantes, ecologistas o antimonárquicos, que busquen «alterar el orden público», afirmó, prometiendo «firmeza» y cero «tolerancia».
«El derecho a protestar es fundamental y eso no cambiará«, dijo a los periodistas un portavoz del primer ministro Rishi Sunak. Pero «esperamos que todo el mundo se una» el sábado y reconozca la coronación como una ocasión de «unidad nacional», agregó.El grupo antimonárquico «Republic» espera reunir al menos a mil personas para abuchear el cortejo real en la céntrica Trafalgar Square, pero aseguró que no pretende «en absoluto» perturbar su desarrollo.
FUENTE: ELTIEMPO