Nahel, un adolescente de 17 años con antecedentes por conducir sin licencia, recibió un disparo fatal por parte de un policía durante una persecución. Desde entonces, Francia ha vivido días de caos y disturbios.
Un suceso violento ocurrido el martes pasado, en Nanterre, una ciudad ubicada en las afueras de París, está propiciando tanto disturbios en las calles como un gran debate sobre la violencia policial en Francia.
Nahel, un joven de 17 años, estaba al volante de un automóvil deportivo de alquiler cuando dos policías lo señalaron para un control de tráfico. En lugar de obedecer, el joven aceleró en un intento de fuga, y uno de los agentes le disparó, acabando con su vida.
Nahel, de 17 años, murió por el disparo de un policía.
Nahel era hijo único criado por su madre, trabajaba como repartidor de comida y jugaba al rugby. El camino educativo que siguió fue caracterizado como «desordenado». Se inscribió en una universidad en Suresnes, una localidad cercana a su hogar, con el objetivo de adquirir formación como electricista. No tenía antecedentes penales.
Nahel había sido objeto de hasta cinco controles policiales desde 2021. Su familia es de origen argelino.
INDIGNACIÓN Y DISTURBIOS
Este acontecimiento ha provocado un estallido de indignación y disturbios, extendiéndose desde Nanterre hasta el corazón de París. Hasta la fecha, se han incendiado decenas de vehículos, se han levantado barricadas en varios barrios y se han registrado altercados en edificios institucionales. Las fuerzas de seguridad han detenido al menos a cientos personas.
«Justicia para Nahel», dice la pancarta durante una protesta en la ciudad francesa de Nanterre.
Las consecuencias recuerdan a los hechos acaecidos con George Floyd (2020, Estados Unidos), un afroamericano que murió después de que un agente de policía de Minneapolis, Derek Chauvin, se arrodillara sobre su cuello durante más de nueve minutos durante un arresto.
NO ES UN CASO AISLADO
El caso de Nahel no es aislado. La brutalidad policial en Francia ha estado en el punto de mira, especialmente en el contexto de un aumento del uso de armas de fuego por su parte para detener a aquellos que evaden controles de tráfico. En 2022, un total de 13 personas murieron en encuentros con la policía, una cifra récord que preocupa a la sociedad francesa.
Al mismo tiempo, el número de vehículos que eluden los controles policiales ha aumentado en un alarmante 50% en la última década, con un total de 27.000 vehículos registrados en 2022. Los sindicatos policiales advierten de un incidente de evasión cada 20 minutos.
Estos datos plantean una serie de preguntas urgentes: ¿Qué está impulsando este aumento en los comportamientos evasivos y la respuesta violenta de la policía?
LAS CAUSAS
Algunos factores contribuyentes incluyen la implementación de licencias de conducir por puntos, que ha llevado a más conductores a arriesgarse a conducir con licencias retiradas. Un incremento en los controles de tráfico por alcoholemia y drogas por parte de las autoridades también ha desempeñado un papel. A esto se añade la animadversión generalizada que una parte de la población francesa siente hacia la policía.
Otro factor es la Ley de Seguridad emitida en febrero de 2017 en respuesta a una oleada de ataques terroristas. Esta ley amplió las circunstancias bajo las cuales las fuerzas del orden pueden usar sus armas, lo que, según los investigadores, ha quintuplicado los disparos mortales de la policía contra vehículos en movimiento.
Estas tensiones subyacen en muchas áreas metropolitanas de Francia, donde los jóvenes de determinados orígenes étnicos alegan ser discriminados. Estas zonas sufren una amplia gama de problemas sociales, incluyendo la pobreza, el crimen organizado, el tráfico de drogas y viviendas insalubres. Nanterre, el epicentro de la reciente agitación, es una de estas áreas, situada paradójicamente junto a La Defense, el próspero distrito de negocios de París.
Ante esta crisis, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y su gobierno se han movilizado para evitar una mayor escalada de violencia. Macron ha expresado su solidaridad con la familia de Nahel y ha descrito la muerte del joven como «inexplicable» e «inexcusable». Varios miembros del gobierno han denunciado a los participantes en los disturbios como atacantes de los principales símbolos y valores de la República.
En suma, este incidente trágico ha dejado claro que es necesario abordar las crecientes tensiones sociales y las desigualdades que marcan a la sociedad francesa. Una situación que tiene visos de continuar empeorando en los próximos años.
LOS ÚLTIMOS DATOS
Para intentar contener estos altercados, el Gobierno de Francia ha decidido movilizar a 40.000 policías por todo el país. Sin embargo, el caos sigue extendiéndose por Francia: más de 500 edificios asaltados, más de 2.000 vehículos quemados, casi 300 policías heridos, más de 4.000 incendios…
Más de 2.000 vehículos han sido incendiados durante las protestas.
Más de 3.000 personas han sido detenidas desde que empezó este estallido social el 27 de junio.
Entre las imágenes más estremecedoras que se han compartido en las redes sociales, se encuentra una que muestra a los manifestantes congregados en las afueras de la biblioteca de Marsella. Esta última, inmersa en una llamativa y alarmante tonalidad naranja, revela las consecuencias de un incendio provocado en su interior.
Uno de los eventos más críticos que se han registrado en los últimos tiempos fue un ataque particularmente violento dirigido hacia el alcalde de la ciudad de L’Haÿ les Roses, un tranquilo suburbio ubicado en las periferias de París. Vincent Jeanbrun, el alcalde en cuestión, fue víctima de una táctica extremadamente peligrosa y agresiva perpetrada por un grupo de individuos aún no identificados.
En el momento del ataque, Jeanbrun no se encontraba en su residencia, ya que había decidido quedarse de guardia en el Ayuntamiento. Sin embargo, su familia sí estaba presente en la casa: su esposa y sus dos hijos pequeños, de 5 y 7 años, fueron víctimas directas de este acto de violencia. Desafortunadamente, la esposa de Jeanbrun y uno de los niños resultaron heridos durante el incidente.
El ataque representa un acto de violencia de gran envergadura, no solo por su naturaleza física, sino también por la relevancia simbólica que tiene el hecho de que se haya dirigido contra la casa del máximo representante del gobierno local.
El Ministro de Interior ha ofrecido una descripción del tipo de agitador que ha estado causando disturbios en Francia en los últimos días. Según ha afirmado, la mayoría son jóvenes que oscilan entre los 13 y 17 años de edad. Algunos de estos agitadores son parte de grupos organizados, que incluyen individuos de mayor edad, mientras que otros son adolescentes que se reúnen a través de las redes sociales y posteriormente publican vídeos de sus acciones.
En respuesta a estos disturbios, varias localidades han tomado medidas para prevenir más incidentes, decretando toques de queda específicamente dirigidos a los menores de edad. Esta decisión busca reducir la presencia de estos jóvenes en las calles durante las horas más críticas, en un intento de mantener la seguridad y el orden público.
El Gobierno prevé que los disturbios continuarán sin cesar, al menos en los próximos días. La situación trae a la memoria el conflicto ocurrido en 2005, cuando la muerte de dos jóvenes, electrocutados al huir de la policía, desató una ola de violencia que se extendió durante semanas y obligó a la declaración del estado de emergencia.
Sin embargo, la crisis actual parece ser aún más intensa. Para establecer un punto de comparación, durante el día más violento de los disturbios de 2005 se quemaron 1.200 coches, mientras que el pasado viernes, la cifra ascendió a 1.900 vehículos incendiados. En aquella ocasión, durante las tres semanas que duraron los disturbios, se detuvo a más de 6.000 personas. En contraste, en tan solo tres días de la crisis actual, ya se han realizado más de 1.300 detenciones.