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Bashar al Assad se refugia en Moscú tras caer su régimen en Siria

Bashar al Assad, el presidente de Siria, y su familia han llegado a Moscú, según informaron agencias de prensa rusas el domingo por la noche, citando a una fuente del Kremlin. Este movimiento se produce después de que un ataque sorpresa lanzado por una coalición de rebeldes islamistas radicales derrocara rápidamente el régimen de Assad, poniendo fin a su gobierno de casi 14 años.

«Assad y los miembros de su familia han sido acogidos en Moscú. Rusia les ha concedido asilo por razones humanitarias», declaró la fuente a los medios TASS y RIA Novosti, confirmando la noticia que marca el fin de una era en Siria. La noticia de la salida de Assad del poder se produce en un contexto de creciente caos y fragmentación del país, que ha estado sumido en una guerra civil desde 2011.

Como respuesta a los eventos en Siria, el gobierno ruso convocó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir la crisis. «Dada la gravedad de los últimos acontecimientos en Siria, cuyas repercusiones aún no se han comprendido completamente, Rusia ha solicitado consultas a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas», comentó un alto funcionario ruso en un comunicado a través de Telegram.

La huida de Assad pone fin a una lucha que parecía interminable, pues el régimen sirio había logrado recuperar la mayor parte del control territorial en los últimos años, aunque el noreste del país seguía bajo dominio kurdo y el noroeste permanecía en manos de la oposición. Sin embargo, la ofensiva encabezada por grupos rebeldes en noviembre cambió rápidamente el panorama, dejando al régimen sin poder de respuesta efectivo, mientras sus aliados tradicionales, como Rusia e Irán, parecían centrados en otros conflictos, como la invasión de Ucrania y la guerra en Gaza.

El impacto de la caída de Assad es significativo, ya que el régimen que él heredó de su padre, Hafez al Assad, ha sido una de las fuerzas más estabilizadoras y represivas del mundo árabe en las últimas décadas. Durante más de 30 años, la familia Assad gobernó Siria con mano de hierro, sofocando la disidencia y manteniendo una alianza estratégica con Irán, así como su influencia sobre Líbano.

Bashar al Assad llegó al poder en 2000 tras la muerte de su padre. Inicialmente, parecía un líder joven y reformista que generó expectativas de cambio en un país sumido en una economía centralizada y una fuerte represión política. A pesar de sus primeros gestos hacia una mayor apertura, como la liberación de prisioneros políticos y el fomento de debates intelectuales, pronto mostró su verdadera faceta autoritaria.

El levantamiento popular en 2011, en el marco de la Primavera Árabe, rápidamente se convirtió en una guerra civil brutal. Assad optó por una respuesta violenta contra las manifestaciones y luego contra la oposición armada, recibiendo el apoyo de sus aliados, como Irán y Rusia. El uso de tácticas militares implacables, incluidos bombardeos aéreos, tortura y ejecuciones extrajudiciales, hizo que su régimen fuera ampliamente denunciado por organizaciones internacionales de derechos humanos. La guerra ha tenido un costo humano devastador, con cerca de 500,000 muertos y millones de desplazados tanto dentro como fuera de Siria.

Aunque Assad había logrado mantener el control sobre gran parte del país, la resistencia en el noroeste sirio y las zonas kurdas persistieron. La comunidad internacional, aunque reacia a brindar apoyo militar directo a la oposición, siguió aislando a Siria a través de sanciones, y la Liga Árabe suspendió a Siria en 2011. Sin embargo, en los últimos años, algunos países árabes comenzaron a suavizar su postura hacia Damasco, reintegrando a Siria en la Liga Árabe y restableciendo relaciones diplomáticas, como lo hizo Arabia Saudita en mayo de este año.

El dramático final de Assad en la presidencia refleja el cambio geopolítico que ha ocurrido en la región. Su caída llega en un momento de alta incertidumbre, cuando Siria sigue profundamente fragmentada y la influencia extranjera en el país sigue siendo significativa, especialmente la de Rusia e Irán. A pesar del fin de su gobierno, la situación en Siria sigue siendo compleja, con un futuro incierto para el país y sus habitantes.

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