México vivió su noche patria en el béisbol, la más importante de su historia.
Dos relevistas tricolores se llevaron el partido definitivo para que Los Ángeles Dodgers conquistaran el campeonato de las Grandes Ligas.
Víctor González sacó cuatro outs, que incluyeron tres ponches para apuntarse el triunfo en el sexto y definitivo juego de la Serie Mundial.
Y después llegó su compañero/compatriota a cerrar la puerta por completo.
Desde que abrieron la puerta del bullpen y salió corriendo hacia la loma, Julio Urías estaba consciente de que la Serie Mundial y el campeonato para los Dodgers se había reducido a siete outs.
El zurdo mexicano sabía que su única prioridad en ese momento en la vida era preservar la que era la mínima ventaja en la séptima entrada y dos outa, cuando ingresó al relevo de Brusdar Graterol.
Apenas una entrada antes, su compatriota mexicano González había retirado la sexta entrada con autoridad y los Dodgers habían conseguidor la ventaja.
Ni los bateadores de los Rays; mucho menos la estruendosa ovación con la que fue recibido provocó sentimientos, dudas, ni nada. Urías estaba enfocado por completo en hacer su trabajo.
También que el manager Dave Roberts había puesto la pelota en sus manos y sus mayores esperanzas de coronar a los Dodgers por primera vez en 32 años este mismo jueves en el sexto partido del Clásico de Otoño.
Cuatro lanzamientos fueron suficientes para sacar el out que faltaba en el séptimo y con el corredor que le había dejado de herencia Graterol.
Al tiempo, se convertía en el primer pitcher mexicano que aparecía en cinco partidos de Series Mundial, y tenía que ser con el equipo consentido por sus compatriotas al sur de la frontera en todo el béisbol de las Grandes Ligas; una de tantas herencias que dejó en el béisbol el legendario Fernando “Toro” Valenzuela, a quien de manera coincidental apenas unos minutos antes los Dodgers le habían rendido un homenaje en las pantallas gigantes del estadio.
Las banderas mexicanas que salieron desde que González entró al relevo se ondeaban más que nunca. Y muchos aficionados que cruzaron la frontera desde México y los que viven en Estados Unidos sentían que ya había valido la pena el costo del boleto, por el simple hecho de ver a González y Urías apoderarse de la Serie Mundial.
La defensa ayudó y mucho a Urías. No sólo en este juego, durante todas sus apariciones de postemporada.
En la octava Cody Bellinger y Edwin Ríos, quien entró en reemplazo de Justin Turner en la tercera base, se lucieron. Ponchó al tercero que enfrentó y con 14 pitcheos ya había sacado cuatro outs.
Urías salió para la novena con la tranquilidad que dio una carrera más con el jonrón de Mookie Betts.
La novena entrada comenzó con out elevado al derecho de Manuel Margot, ponchó a Brosseu y acabó su salvamento de siete outs con rectazos de 94’millas por hora.
Triunfo y salvamento mexicanos en una sola noche para recordar por todos los tiempos…