Primero fueron los aranceles a la cebada australiana, luego la carne de sus mataderos y ahora el veto está llegando a las universidades.
La pandemia del coronavirus ha hecho evidentes algunos problemas subyacentes entre China y Australia que amenazan los multimillonarios ingresos que el gigante asiático deposita en el país oceánico.
«China está usando el comercio para posicionar su agenda política y mostrar su descontento con Australia, pero hay un fuerte elemento nacionalista en el discurso de Australia, que no quiere mostrarse débil», afirma la periodista australiana Rebecca Henschke, editora del Servicio Asiático de la BBC.
Un detonante de la escalada actual lo podemos encontrar en que Australia pidió que se abriera una investigación internacional independiente sobre los orígenes del nuevo coronavirus, algo que también había solicitado Estados Unidos.
«Han tenido cientos de miles de muertos, millones han perdido sus empleos y miles de millones han visto sus vidas afectadas. Lo mínimo que el mundo puede esperar es que haya una investigación. Y Australia no está sola [en pedir esa investigación]», decía el ministro de Comercio, Turismo e Inversión de Australia, Simon Birmingham, hace apenas un mes.