El expresidente Donald Trump ha intensificado su confrontación con la Universidad de Harvard, una de las instituciones más prestigiosas del país, al proponer retirar hasta 3 mil millones de dólares en subvenciones federales y redirigirlos a escuelas de oficios en todo Estados Unidos.
La propuesta, anunciada este lunes a través de sus redes sociales, fue clara: “Estoy considerando retirar tres mil millones de dólares de subvenciones de una Harvard muy antisemita y dárselos a escuelas de oficios. ¡Qué gran inversión sería para Estados Unidos, y tan necesaria!”, escribió Trump.
Esta ofensiva forma parte de una serie de acciones de su administración para castigar a universidades que, en su opinión, han fallado en erradicar el antisemitismo en sus campus. En el caso de Harvard, la presión ha incluido el bloqueo de más de 2 mil 600 millones de dólares en subvenciones de investigación, así como una tentativa de prohibir la inscripción de estudiantes internacionales.
Harvard ha resistido esta última medida acudiendo a los tribunales. De hecho, una jueza federal en Boston emitió una orden temporal que impide al gobierno aplicar el veto contra los alumnos extranjeros. La magistrada Allison D. Burroughs argumentó que la universidad podría sufrir un “daño inmediato e irreparable” si se permitiera que la decisión entrara en vigor. La audiencia del caso está programada para el 27 de mayo.
Trump también ha cuestionado públicamente el alto porcentaje de estudiantes internacionales en Harvard —que según él asciende al 31%— y ha criticado que Estados Unidos financie su educación mientras que sus países de origen no hacen contribuciones similares. Además, ha insistido en que Harvard debe entregar los nombres de todos los estudiantes extranjeros, bajo el argumento de que algunos podrían representar un riesgo para la seguridad nacional.
El conflicto ha puesto nuevamente sobre la mesa temas sensibles: desde la libertad académica hasta el papel de las universidades en la política migratoria y de seguridad. Mientras tanto, la amenaza de desviar los fondos hacia escuelas de formación técnica deja clara una apuesta política: contrastar la élite educativa tradicional con una visión más “práctica” de la educación, orientada a oficios y al mercado laboral.
Aún está por verse si esta propuesta de Trump tendrá efecto real o si forma parte de su estrategia discursiva de cara al proceso electoral. Pero lo que ya está claro es que el choque con Harvard no es sólo retórico: se juega en los tribunales, en los presupuestos y en el debate público sobre el futuro de la educación superior en EE.UU.